viernes, septiembre 28

Con sabor a mar


Marilyn estaba cansada, llegó a casa con dolor de cabeza  de tanto pensar en cómo resolver los problemas de su jefatura. Ni bien entro al cuarto se tiró a la cama con todo y ropa y quedó profundamente dormida. Se enlazó en un sueño profundo donde caminaba descalza por la pista bajo la lluvia infernal  que caía en ese crudo invierno. Estaba temblando.

Andaba mirando la calle, toda mojada y con la vista perdida. Sintió unos pasos lejanos acercase, no sabía que era hasta que estuvo más cerca. Era un caballo con los ojos rojos, rojos como el demonio mismo, la miraba. Encima de el había un hombre vestido de negro extremadamente guapo que la invitó a subir, sin siquiera decir una palabra ella le hizo caso.

Cabalgaba rápido, ella se aferraba a él, no sabía hacia donde se dirigían pero por alguna razón él le inspiraba confianza y no tenía miedo. El viento acariciaba sus cabellos y le daba una sensación de frescura, ella sentía que volaba. Siguieron cabalgando y se adentraron en la espesura de un bosque, lleno de luciérnagas.

Por primera vez en esa noche sintió miedo de su acompañante. Ya nada parecía seguro, inclusive su jinete había perdido su belleza. Empezó a trotar el caballo, ahora podía escuchar los sonidos a su alrededor, no sabía si era su imaginación o la escena en sí pero sentía una risa distante, como de un pajarraco, de una mujer

Repentinamente sus cuerpos se elevaron y flotaron en un remolino, aterrizaron en la orilla de una playa en un lugar desconocido. Escuchaba el romper de las olas , camino descalza y se entrego a las aguas, se hundió. El jinete se quedo de pie viéndola ahogarse. Comenzó a moverse bruscamente, Marilyn despertó, fue solo un sueño, un rarísimo sueño.