miércoles, julio 10

Lucía


La complejidad de la simpleza de apreciar la vida. No atreverse a retarla pues ella es osada pero atreverte a  tantearla porque es coqueta y le gusta que le digas cosas al oído y que debes en cuando la hagas sentir mimada. Ella no quiere palabras complejas, solo mira y a veces se inquieta. Solo a veces y muy poco pues ella hace lo que quiere a su antojo pero espera que le pongas adrenalina, no que mires sus curvas con despojo y te hagas el loco dando media vuelta. Que la recorras toda, que cada curva peligrosa será un arte de tu andar, que no te detengas, que el pelo le agarres y que le humedezcas los labios con tan solo verla. Ella es coqueta, a veces roja pero mayormente sangrienta, sus curvas son rojas los fines de semana, su andar apropiado pues es una dama. No quiere ni pide nada. Observa sentada cruzando las piernas aquella cabeza que de locuras piensa, que cree lo sabe todo y a la misma vez no sabe nada. Te mira, te observa, dibuja tu silueta, te persigue en las noches, quiere ser tu amiga, te apuñala y te traiciona pues no quiere ataduras más que libertad. Esta excitada viéndote pasar. Caminas campante y casi inocente por la acera de sus desdichas y los parques de sus amores. Esta  vez esta tranquila pues no encontró amante y a la vez inquieta, pues necesita un acompañante. Nadie se atreve a acompañarla pues la creen atrevida, ella se llamo calle y yo la llamo lucía. No tiene nada y a la vez todo, no pide nada pero se le da todo, no quiere un beso pero tu boca la provoca, no quiere bailar, solo quiere un trago que le moje la garganta; que le haga sentir que la noche no se acabó y que seguirá siendo eternamente joven.