miércoles, marzo 27

Cacao

Pasaron mis días dejándome exhausta, tendida en la acera, mirando perdida como se borraban tus pasos. La gente no es como creí, las sonrisas son falsas, las verdades no existen, el cariño una patraña y el reflejo en sus ojos es una llama que no se apaga.
Comencé a sentir una tristeza profunda, un hoyo en mi alma tan hondo y tan difícil de salir de el, que era como cruzar en océano sin barco, sola y a nado
Comencé a entenderte a odiarte y luego a compadecerte por que no tienes la culpa de ser así, tal vez fueron los que te criaron,tu grupo de amigos o tal vez la simple razón de que te gusta ser así.
Comencé a ver las lágrimas falsas, las palabras por quedar bien, las falsas promesas y una carta que  me pidió que me alejara. Yo no quise negarme y simplemente acepté, me alejé silenciosa y te vi marchar, orgulloso, feliz de tu destino creyendo ser más que cualquier otra persona a tu alrededor.
Y así tu ego creció. Te  volviste soberbio, mirabas con desdén y me diste el baño de realidad que tanto necesité. Volví a comprender que no todos son amigos verdaderos, que muchos esbozan sonrisas hipócritas y que el llanto no es siempre expresión del mas intenso dolor.
Ahora camino alejada, no busco mezclarme, tampoco distinguirme quiero ser yo y simplemente alguien que un día fue incondicional pero que no cambio su forma de pensar por que algunos tengan el corazón negro, amargo como el cacao.

Camino a mi centro de estudios, pensé esto por la mañana:
Las mentes brillantes no necesitan reconocimiento y muchas veces están destinados estar solas. Mientras que los de buen corazón sufren por que están destinados a no guardar rencores.  Pero en  cambio hay otros que, como yo, simplemente no se hacen problema.