Mis labios me reclamaron con ferviente ardor que te diera un beso y me llenara de ti. Las sabanas ardían y pensar que meterme debajo de ellas y cerrar los ojos quitaría la necesidad de tenerte a mi lado era frustrante, necesitaba verte, oírte, olerte. Miraba el techo de manera cómplice , lo observaba y te miraba a ti; sentía que podía ver las estrellas y cruzar ese casi kilómetro que nos separaba y te veía en tu cama, con un pierna cubierta por tu sabana y la otra debajo de la misma mirando el techo tu también, sabia que me veías. Intente estirar los dedos lo mas que pude para llegar a tocar siquiera la punta de tu nariz fue imposible, pero pude mandarte un beso que voló y se junto a tu boca de donde salio un suspiro al sentir mi aliento en tus labios y darte cuenta que no era un sueño que te estaba mirando. Cerré los ojos de manera calmada, te había visto y sabia que al día siguiente podría verte no importaba cual fuera la escusa, yo encontraría una muy buena.

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