sábado, octubre 27

Caminante Verde


Eran las dos de la mañana y no podía cerrar los ojos, te mantenía en mi mente y estabas ahí presente como una canción que se tararea una y otra vez. No podía sacarte de mi pensamiento, te quedaste conmigo,  me mantuviste tibia y no dejaste que se me escapara ni un solo detalle de tu figura. Cerraba los ojos, volvía a verte, miraba el vacio, te tenía conmigo. Luego de una noche contigo supe que llegaste para quedarte.
Desperté con la sonrisa en los labios, muerta de sueño pero sabiendo que eras tú. Recordé que cada día puede ser diferente, que las noches más largas son las mejores y que mis ojos pueden volver a brillar. Siguió el día, estaba bien, no tenía miedo a lo que pueda suceder, me sentía segura. Esa tarde decidí darlo todo y comenzar de nuevo, no sé si sea irreal, una ilusión tal vez, pero es eso que te hace sentir simplemente bien.
Te volví a ver, pasaste despacio, despreocupado por la acera de enfrente, me viste y te acercaste. No pude evitarlo y tropecé, me agarraste de la cintura y me aferraste a ti. ¿Cuántas veces pasó? No lo sé,  solo sé que estabas ahí una vez más, en el momento justo y a la hora exacta, dispuesto a tenderme una mano, a decirme que estabas ahí. Te mire sonrojada, sonreíste, sonreí y callamos. Fue el segundo más largo y el más hermoso, solo mirándonos.
Decidiste acompañarme, no sabías cuan nerviosa estaba. Agarre mis cabellos varias veces sin saber cómo empezar hasta que finalmente hablaste. Fue la tarde más hermosa, la puesta de sol más bella, tus ojos brillando, tus labios rosados. Mire a todos lados, miraste tu también, sabíamos que era el momento y no dijimos nada, te acercaste, me acerque. Chocamos nuestros labios en el beso más tierno del mundo, cerramos los ojos y nos olvidamos de todo, nos entendíamos perfectamente.
Se perdió todo ápice de timidez, sonreíste, bromeaste, me gustabas. Cogiste mi mano, la agarraste fuerte, con firmeza y caminamos en la mejor media hora que jamás había vivido. ¿Qué temas hablamos?, sinceramente no recuerdo, te contestaba todo pero me concentraba en mirarte, en grabar en mi memoria cada nuevo detalle que podría encontrarte, me gustabas demasiado. Llegamos al final del camino, yo te llamo me dijiste y nos despedimos con la seguridad que solo era el comienzo.

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